Biografía y ficción: sobre “El plan infinito” de Isabel Allende

Adriana Acevedo
5 min readSep 12, 2019

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El plan infinito de Isabel Allende es una novela que se centra en la vida de Gregory Reeves, un muchacho blanco que vive en una caravana itinerante con sus padres y hermana, después se establece en el barrio más pobre de Los Ángeles y después, cuando decide estudiar la universidad, se muda a San Francisco. Durante toda su vida, Reeves experimenta aventuras y desventuras: desde crecer en un barrio pobre y mayormente latino aprendiendo español y encontrando una segunda familia, hasta su servicio en el ejército de los Estados Unidos durante la Guerra de Vietnam. Gregory Reeves parece ser el un reflejo de la figura típica del pícaro en las novelas españolas de antaño: “tipo de persona astuta, procedente de los bajos fondos y que vive de engaños y acciones semejantes” (WordReference), pero al final resulta ser un “antihéroe moderno, un personaje con defectos cuyas fallas constantemente crean obstáculos en su vida” (Castellucci Cox 108). El centro de la novela es Reeves, pero hay un elenco de personajes secundarios que resultarían más interesantes y, aunque sí tenemos acceso a su historia — porque forma parte de la de Reeves — no es central a la historia, sino más bien los personajes secundarios ayudan a la construcción de Reeves como personaje al volverse una especie de prueba de la clase de la gente que frecuentaba Reeves para que se pueda juzgar su carácter. Entonces, la pregunta a la que siempre estuve regresando durante mi lectura de la novela fue: ¿por qué contar la historia de este sujeto cuando las historias de los demás parecen ser más interesantes? Después de leer la novela y un poco de crítica al respecto, obtuve mi respuesta.

Resulta que mi pregunta era una muy sencilla de responder y la respuesta se encontraba en los datos biográficos de Isabel Allende. El plan infinito está basado en, su ahora ex-marido, William Gordon, de forma que se trata de una mezcla entre ficción y realidad. Al respecto, Allende comenta que en la novela “los personajes están basados en modelos humanos y casi todos los acontecimientos son reales” (Correas Zapata 113), pero podríamos argumentar que toda novela de ficción tiene su base en modelos humanos y acontecimientos reales. Sin embargo, la novela se destaca de otras novelas de ficción debido al papel de la narradora en la narración misma. La narradora no es sutil con respecto a su participación ni trata de esconderlo; de hecho, lo hace explícito al principio: “Cuarenta y tanto años más tarde, durante una larga confesión en la que pasó revista a su existencia y sacó la cuenta de sus errores y sus aciertos, Gregory Reeves me describió su recuerdo más antiguo (Allende 11). Desde la primera página de la primera parte la narradora se involucra con la historia que está contando y nos da a entender que hay una relación directa entre Gregory Reeves y la narradora — “Gregory Reeves me describió” — de manera que la historia de Gregory será central desde un principio y también estará ligada a la narradora de una forma en la que aún no es revelada.

Debido a esta relación directa entre personaje y narradora es que se puede entender el por qué del protagonismo de Reeves. La relación entre personaje y narradora parece traspasar los bordes de la ficción y lo novelesco al final de la obra con un diálogo de Reeves: “¿Sabes que en ese lugar salvaje supe de ti? Carmen me había regalado tu segunda novela y la leí durante esas vacaciones, sin imaginar que llegaría a conocerte y que te haría esta larga confesión” (Allende 408). Con los elementos que tenemos de la novela sabemos que hay una narradora omnisciente (que dirije la narración) y hay un personaje sobre quien se trata la historia y que de vez en cuando — especialmente en la tercera parte — es la voz principal de la narración. Entonces, si al final de la novela se nos da a entender o se nos insinua que tanto personaje como narradora existen fuera de la novela, entonces es casi inevitable considerar a la narradora como la mismísima Isabel Allende y a Reeves como un hombre importante en su vida. La dedicatoria de la novela “A mi compañero, William C. Gordon, y las otras personas que me confiaron los secretos de sus vidas” también es un indicio de que esta historia trasciende las páginas de la novela. No obstante, no es algo que debamos dar por sentado porque la novela se debe de leer independientemente de los datos biográficos de la autora.

Todas las cuestiones que ya he mencionado me llevan a plantear la siguiente pregunta: ¿cuál es el género de la novela? ¿Se trata de una novela histórica modificada de tal manera que los personajes sean ficticios en vez de testimonios reales? ¿O se trata de una novela polifónica porque cuenta no sólo con la voz de la narradora, sino también del personaje principal y un personaje secundario? ¿O se trata de una novela biográfica con algunas partes autobiográficas? Las posibilidades son infinitas, justo como el plan. Y tal vez el punto de la novela no sea encajarla en una categoría y sólo estoy siendo innecesariamente necia. No lo sé. Tal vez la novela es un comentario sobre el acto de narrar, se me ocurre.

He de admitir que es la primera novela de Allende que leo y, aunque el material narrado no fue de mi agrado, disfruté mucho la manera en la que está narrada. Allende logra combinar una narración homodiegética (dentro de la historia) con una narración que lo sabe todo de antemano con testimonio de una forma en la que no se siente excesivo. La combinación y alternancia de voces es lo que hace esta novela fuerte y rica, a pesar de que la vida de Reeves es infortunio tras infortunio que se vuelve repetitiva y aburrida. La novela vale la pena por la narradora, no por el personaje.

Fuentes

Allende, Isabel. El plan infinito. DeBolsillo, 2014.

Castellucci Cox, Karen. Isabel Allende: A Critical Companion. Greenwood Press, 2003.

Correas Zapata, Celia. Isabel Allende: Vida y espíritus. Plaza y Janés Editores, S.A., 1998.

“pícaro”. wordreference, 10 de septiembre de 2019, https://www.wordreference.com/definicion/p%C3%ADcaro

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Adriana Acevedo

La realidad mata; la ficción salva. Ferviente creyente y practicante del impulso humano de contar historias. Sólo escucho a The National y Shakira.