Entrevista con el vamp — no, con la cocina

Adriana Acevedo
3 min readJun 2, 2020

— ¿Entonces sí lo es?

— ¿Qué cosa?

— Una entrevista.

— Sí, algo por el estilo. Cuéntame tu experiencia.

— Pues, para empezar se siente bien que al fin te pongan atención, ¿sabes? Llevo casi 6 meses tratando de llamar su atención y tiene que pasar una pandemia mundial para que al fin se digne a pasar tiempo conmigo.

— ¿Cómo era antes de la pandemia?

— Horrible. Era como una parada estratégica para dejar trastes y ya. Ay, no, pedía mucha comida rápida, a penas y me volteaba a ver. Eso sí, quería que todo estuviera listo para el desayuno. Había veces en las que no tenía de otra y tenía que desayunar cereal. Una aberración, si me preguntas. No es mi culpa que no pasara tanto tiempo acá y se quedara sin opciones para desayunar. Los fines de semana le gustaba hacer hot cakes y eso sigue estando igual. Es lindo, es como una rutina de confort. Saber que a pesar de todos los cambios en su forma de comer y cocinar le siguen gustando los hot cakes los sábados en la mañana.

— ¿Y el cambio? ¿Fue gradual?

— No, fue de la noche a la mañana, literal. Supongo que eso suele pasar con una pandemia. Aunque, bueno, si hablamos de su repertorio de recetas, entonces sí. O sea, empezó con lo que a ella le gusta llamar “cocinar”. Básicamente una mescolanza de carne, queso, tortillas de harina y un triste aguacate. Y no conocía las verduras. Y luego no sé qué pasó pero empezó a cambiar. Hacía cosas diferentes, usaba pollo, pescado, atún (que para ella el pescado y el atún son diferentes, quién sabe por qué), más de dos verduras. No me malinterpretes, todo bastante improvisado y sólo para sobrevivir. Era un poco triste, la verdad.

— Pero no se quedó ahí, ¿verdad?

— No. Empezó a tomarse el tiempo de cocinar y parecía que lo disfrutaba, hasta ponía música y todo. Como que se le abrió el tercer ojo de la cocina y se animó a hacer más. Hasta ahorita ha hecho alambre…

— Eso no parece desviarse mucho de sus costumbres.

— No, la verdad no, pero fue lindo que se haya tomado el tiempo de cortar todos los ingredientes con cuidado y agregarlos por pasos en vez de todo al mismo tiempo. Como que le echó más ganas.

— ¿Qué más ha cocinado?

— Alambre, stir fry (con muchas verduras, he de agregar), pasta de brócoli con atún, guacamole con nopales, hamburguesas con tocino y manzana envueltas en lechuga, pasta con pollo, limón y champiñones. Más variedad de la que ambas estábamos acostumbradas, la verdad.

El stir fry en cuestión. Al menos cocina cosas que no llevan res o queso. Con eso me doy por bien servida.

— Parece que todavía hay terreno por recorrer.

— Bueno, no hay que ser desesperados. Hay que darle tiempo para que aprenda a cocinar. No se vaya a quemar las manos.

— ¿Sólo han habido cambios en el área de la estufa?

— Qué bueno que preguntas. No. De hecho, he estado intentando que escoja un color para mí y creo que al fin lo he logrado. Empecé con unos regalos: un tarugo, un colador y un trapo para los trastes verdes. Después me extendí al servilletero. Luego conquisté la jarra del agua. Un cenicero por ahí, también. No es tanto pero, pues, por algo se empieza, ¿no? Quiero ver qué otro utensilio puedo agregarme para seguir con la gama de verdes. ¡Ah! Casi se me olvida. Como ya logré que me pusiera atención, ya se está dando cuenta que faltan más cosas y va comprando más utensilios, más especias. Ya hasta hay más vasos, un filtro de agua, un set de cuchillos. ¡Un set de cuchillos! Estoy segura que ella no se imaginaba que iba a tener un set de cuchillos en su cocina. Todo se va viendo mejor.

— Se ve prometedor.

— Sí, espero que aprenda a cocinar más cosas y todo el departamento huela a comida casera.

— ¿Cuál será el menú de mañana?

— Escuché que iba a hacer chuletas con camote y naranja. Espero que sí las vaya a hacer y que no sea un recalentado de hoy.

— ¿Cómo definirías su relación ahora?

— Más estrecha. Creo que ya no soy un espacio muerto en su departamento y creo que disfruta cocinar y pasar tiempo conmigo. Me gusta pensar que ambas estamos satisfechas con la dirección que está tomando nuestra relación.

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Adriana Acevedo

La realidad mata; la ficción salva. Ferviente creyente y practicante del impulso humano de contar historias. Sólo escucho a The National y Shakira.